Una noche más, Lina, la gata de rayas, decidió mirar la Luna.
La Luna, que se reflejaba en sus gatunas pupilas verdes, cambiándolas de color.
Se oían los grillos. Olía a jazmines, a petunias, a madreselvas...
Se juntaban el calor y la brisa marina y hacían que Lina ronroneara.
Una noche más, Lina miraba la Luna reflejada en el mar y se
sentía muy feliz.